martes, 13 de noviembre de 2007

Vivir sin electricidad

Cuando la industria discográfica impone a los artistas sacar discos como churros, se agradece que haya músicos que no se obsesionen con publicar de manera sistemática cada año. El sueco, de padre argentino, José González pertenece a esa clase de músicos que prefiere dejar que el tiempo repose entre disco y disco. Su primer álbum, Veerner se publicó en el año 2000, su segundo disco -In our nature- fue publicado el pasado mes de septiembre.

Veerner fue el primer encuentro de González con el negocio discográfico. El sueco se enfrenta a su música sólo con una guitarra acústica, la electricidad no existe en su universo. Su principal arma son los arpegios y acordes armónicos, además de una voz grave, íntima y muy personal.

Este disco logró cierto reconocimiento fuera del circuito de la música independiente. Fue gracias a un anuncio de Sony Bravia en el que se podían ver miles de pelotas de colores que caían por una cuesta. Aunque Heartbeats, que así se llama la canción, fue compuesta en realidad por los también suecos The Knife, que la incluyeron en su disco I found the knife. Sus compatriotas sustituían las guitarras por la electrónica y la voz calmada de González por la vibrante voz de su cantante.

Influencias diversas
Al escuchar la música de este bioquímico vienen algunos nombres a la cabeza: Leonard Cohen, Elliot Smith y Nick Drake. Pero González, al hablar de sus preferencias, incluye un listado de artistas cuando menos sorprendente: el malogrado Chet Baker, la Nueva Trova Cubana, Will Oldham, los primeros discos de Silvio Rodríguez, la música brasileña, Fela Kuti y los imprescindibles Jason Molina y Tortoise. Con todos estos nombres se puede intuir que hablamos de un artista al margen de tendencias con una mente abierta y encandilado por las propuestas de músicos con una muy particular forma de entender el mundo. Un iconoclasta.

Ahora, José González vuelve a la carga con In our nature. Como muchos músicos, este creador ha querido mantener el estilo sencillo que caracterizó su primer larga duración. Esto es lógico. González ha conseguido algo que pocos novatos pueden alcanzar: un universo sonoro propio que permite reconocerle a la primera escucha. Su pop personal, serio e introspectivo, tiene un sello que le hace inconfundible.

En esta ocasión a su particular sonido de guitarra, de dotes hipnóticas, ha sumado dos compañeros de viaje en algunas de las canciones: Eric bodin a las percusiones y Yukimi Nagamo, que hace algunos coros. Por lo demás, lo mismo: letras repletas de simbolismo y una proceso de grabación sencillo y casero.

Una curiosidad: José González ha incluido en sus discografía varias versiones. Se atrevió con la electrónica en la mencionada Heartbeats, le hincó el diente a un himno generacional del post-punk: Love will tear us apart y, en In our nature, ha incluido una sorprende visión de Teardrop, de Massive attack. Una preciosa relectura del este clásico actual.

Tras vender más de 700.000 discos -cifra nada despreciable- con su primer álbum, un diario británico dijo: "En un mundo de clones musicales, el sueco es un original y emocionante nuevo talento". Es difícil ser más acertado.








Killing for love

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Ni Simon, ni Garfunkel

Kings of convenience son una especie de Simon y Garfunkel noruegos. Son bucólicos, más que cantar, susurran y, ante todo, es un grupo que rezuma elegancia. Ah, y como buenos nórdicos tienen pintas de sosos. Su andadura musical como dúo comenzó en el año 2000, con la publicación de un disco homónimo. Este álbum fue reeditado bajo otro título, Quiet is the new loud, en el que se incluyeron nuevas canciones y desaparecieron otras. Cuatro años más tarde, en 2004, publicaron su segundo larga duración: Riot on an empty street, un ejercicio de minucioso pop. Desde entonces Erik y Erlend se han dedicado a sus proyectos en solitario. ¿La posibilidad de un nuevo disco juntos? Ellos no lo descartan. Cuando se les pregunta la respuesta es quizás.

El sonido de los nórdicos es sencillo. Combinan las guitarras acústicas, repletas de arpegios y ritmos pausados. Hay algún acompañamiento de piano, quizás alguna percusión -escasa, muy escasa- y algún viento. Siempre lo justo. King of convenience lucha contra el barroco. Eso sí, son amantes incondicionales de los juegos de voces.
Con estos datos las influencias del grupo, Paul Simon y Art Garfunkel a parte, podrían ser: Nick Drake, Belle and Sebastián y la bossa nova brasileña, con la que salpican su música.

Los discos de los noruegos se han envasado dentro del llamado nuevo movimiento acústico. Las etiquetas, siempre equivocadas, les han hermanado con gente como Badly drawn boy, Starsailor, Turin Brakes y José González. Aunque dentro de la locura que acompaña a las modas y los estereotipos, el mayor despropósito es el de aquellos que incluyeron a los Kings of convenience junto a Coldplay, alejados cada vez más de cualquier similitud con lo acústico y cada día más próximos a los benefactores de todas las causas justas U2.


El sonido sobrio del dúo cuenta con letras a la par. Historias inocentes breves. No son letristas desgarrados, como Tom Waits o Nick Cave, simplemente recogen pequeñas escenas.


La canción I’d rather dance with you se convirtió en el momento más brillante del grupo. Para los seguidores del grupo otorgaron a esta canción la categoría de himno pop, con un vídeo que fue elegido mejor vídeo del año 2004 por la MTV, lo cuál tampoco quiere decir mucho, por que ya lo decía Beck en su primera grabación: MTV makes me want to smoke crack. Aunque incluso en la televisión musical por excelencia hay excepciones.