jueves, 29 de marzo de 2007

La alegre tristeza de Ipanema

Al buscar el término elegancia en los diccionarios deberían aparecer como definición sólo dos palabras: Bossa nova. La samba tamizada por el jazz, la locura y la magia brasileña -la de los carnavales, la del fútbol de Garrincha- filtrada por el sosiego de las tertulias y la intelectualidad de finales de los años cincuenta. La influencia de este ritmo es inabarcable: el pop, el jazz, el lounge, la electrónica, el trip-hop... Todos rendidos ante la chica de Ipanema. Saravá!

Hablar de este movimiento es mentar a Vinicius de Moraes, el gran genio/creador/vividor de la bossa. Hablar de Moraes es hablar de Tom Jobim (Antonio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim). Y hablar de este último es hacerlo de Elis Regina, reivindicativa diva del tropicalismo.

Regina y Jobim crearon un disco de bolsillo, de esos que siempre deberíamos llevar con nosotros, sólo por si acaso: Elis & Tom. Entre los temas dejaron quizás una de las mejores y más bellas canciones de la historia de la música: 'Aguas de março'. Un poema musicado por Jobim, el genio compositor.

Hay una extraña sensación agridulce que se esconde tras esta bossa nova contenida e intimista. Cierta magia oscura que hace pensar en la frase de Benedetti en la que el uruguayo espetaba sin remilgos: "Hay cierta alegría en saber que aún podemos estar tristes". Al final, tras una lágrima puede haber una sonrisa y todo sucede, sólo hay que saber aceptarlo de la mejor manera posible: "É um caco de vidro, é a vida, é o sol, é a noite, é a morte, é um laço, é o anzol".

Nadie ha cantado a la tristeza con tanta alegría como los brasileños. Saravá!

Para escuchar:
Aguas de março, Elis & Tom
Aguas de março, Elis Regina

viernes, 23 de marzo de 2007

La vuelta al píxel

Lo pixelado está de moda. Los daneses Junior Senior lo sabían y produjeron un vídeo absolutamente cómico y surrealista. Cualquier vj (pincha vídeos, abundan en MTV) que se precie debe contar en su funda con un éxito revienta pista como 'Move your feet', un homenaje en toda regla al Amstrad.

Para escuchar:
'Move your feet'

Qué hacer cuando vives en Nashville

Si eres de Nashville (Tennessee) o te dedicas a imitar a Elvis o pasas tu tiempo tratando de parecerte al rey del rock. Otra opción es dedicarte a cualquier otra cosa. Kurt Wagner optó por la tercera vía y formó el grupo Lambchop, un cóctel musical en el que toda la música estadounidense tiene cabida: country, soul, folk, rock, blues, bluegrass... Música para camisas de franela repletas de cuadros y gorras de camionero intrépido, de esos capaces de enfrentarse a un chuletón y a una taza de café mientras le miran el culo a una camarera llamada Linda en un bar de carretera.

Lambchop es Kurt Wagner, pero Kurt Wagner no es Lambchop. El líder de esta banda es un compositor aventajado con una cultura musical tan amplia como larga es la costa Oeste de los Estados Unidos. Durante sus conciertos su presencia, al piano o a la guitarra, es moderada. El protagonismo de sus compañeros de viaje es similar al de Wagner. ¿Por qué? Quízas porque es un hombre que entiende la música como un trabajo diario de ocho horas y que es capaz de escribir una canción sobre un mechero. Wagner es un obrero del pentagrama, no una estrella del rock.

La voz profunda de Wagner, distinguible entre un millón, es cercana, al igual que sus canciones, que abarcan cualquier tipo de tema. De hecho este músico no es un americano clase media aferrado a los tópicos de su país. Su pasión por la música tradicional, su estética (al más puro estilo 'El rey de la colina') y su clásica guitarra de blues man, son tan sólo accesorios para un hombre que se ha enfrentado a los EE.UU. oficiales y a sus políticos, sobre todo a los republicanos (le ha dedicado un álbum a Nixon).

Kurt Wagner, hombre aferrado a un gorra, se sienta en cada concierto escondido tras unas grandes gafas y una guitarra aún mayor. Se esconde para mostrarse como uno de los más inteligentes y elegantes compositores norteamericanos de los últimos años. Un hombre irónico y reflexivo, un artista tranquilo. Un tipo de Nashville que no va vestido de Elvis, y esto es importante.

Para escuchar:
'Up with people'

miércoles, 21 de marzo de 2007

Viva la clase media

No todos los suecos trabajan en Ikea, H&M o componen rock duro (llámese rock escandinavo), algunos saben lo que es el pop, ese que suena tan americano como el sonido de las patatas fritas del McDonalds o los presentadores de la Super Bowl.

The cardigans es un grupo que seguramente se olvidará en los tan mentados anales de la historia, al menos en la historia de la música. Es un grupo de clase media: trabajador y con buenas canciones, se deja escuchar y tiene temas de esos que se oyen una y otra vez, pero nunca estarán en tú boca cuando te pregunten: ¿cuál es tu grupo favorito?

'For what it's worth' es uno de sus mejores temas. Una canción que te hace pensar en el café de la mañana, en la tristeza que se siente cuando alguien te dice que se va y que no piensa volver, en los domingos bajo una manta riéndote de nada, en caminatas hacia ninguna parte, en todo aquello que, en el fondo, hace que la vida tenga sentido.

'For what it's worth, I really do'.

Para escuchar:
'For what it's worth'

Convergencias

Soulwax es un dúo belga formado por dos hermanos, pero también es un dúo de dj's, 2 many dj's. Como pinchadscos buscan hacer a la gente bailar a base de electrónica y remezclas. Como Soulwax buscan hacer a la gente bailar a base de electro-rock.

¿Será todo consecuencia de la convergencia digital?

Para escuchar:
'NY excuse', Soulwax

Wilson ya no hace surf

Hay pocos grupo que no se vean perseguidos por los tópicos. The beach boys cargarán por el resto de los siglos con la etiqueta del grupo que exaltaba las chicas y el surf. Cierto, lo hicieron, pero todos tenemos un pasado en el que se esconden chándales de estrambóticos colores, pelos cardados, camisetas de Guns 'n' roses y alguna oda a la vida californiana.

Entre los pastoriles chicos de la portada del disco 'Pet sounds' se esconde un genio atormentado con cara de niño, Brian Wilson, al que las drogas terminaron por pasarle factura. Wilson, harto de las playas y rendido al disco 'Rubber soul' de los Beatles, decidió componer un disco desgarrado. En él abría su corazón como si fuese un camión de transporte para descargar todo aquella mezcla de sentimientos extraños que llevaba dentro.

Es un disco de amores perdidos, en los que la melancolía y la desesperanza ya no llevan los pies cubiertos de arena y donde las chicas ya no son un objeto de observación vacuo, sino objeto de devoción y producto del sufrimiento de un Wilson inestable y dispuesto a revolucionar el mundo de la música.

'Pet sound', publicado en 1966, fue en el momento el disco de los Beach boys que menos repercusión tuvo en el mercado, en número de discos vendidos. Wilson se encontró con la oposición de sus compañeros de grupo y de la propia discográfica, Capitol. Un fracaso que, cuarenta años después, sigue siendo piedra angular del pop.

Brian Wilson deseaba superar su adorado 'Rubber soul'. Lo logró, pero le duró poco el reinado. ¿A alguien le suena un disco llamado 'Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band' publicado en 1967? Pues eso: que poco dura la alegría en la casa del pobre.

Para escuchar:
'God only knows'

jueves, 15 de marzo de 2007

Amenazas

Café Quijano, trío de hermanos leonés de dudoso gusto a la hora de elegir vestuario -entre el estilo caribeño y la estética de Tony Manero-, amenazan con editar un nuevo disco. El mero recuerdo de su éxito 'La Lola' me produce escalofríos. El recuerdo de cualquiera del resto de sus éxitos, y canciones que completan sus elepés, me provoca el mismo malestar y la extraña sensación de vivir en una realidad paralela en la que la gente se comunica a través de sentencias repletas de casticismo rancio.

Sartre decía que "el infierno son los otros". Yo creo que hay personas que son más infernales que el resto, sobre todo cuando cantan.

Para escuchar, quien se atreva:
La Lola

P.D. Hermanos Quijano, si me leen, espero que sepan perdonarme.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Di no a la música de ascensor

Si la música de los ascensores y de los supermercados fuera de Sufjan Stevens el mundo sería mejor, más sencillo. Su disco 'Come on feel the Illinoise' podrá pasar a la historia como una obra maestra. Uno de sus temas, 'Casimir Pulaski day', debería ser de obligado estudio en los colegios y materia de examen en selectividad. Los niños deberían recitar su letra como algunos poemas del romancero anónimo.

'Casimir Pulaski day'
es la historia de un adolescente que vive la muerte de su primer amor. Un cuento triste acompañado de una melodía alegre, en la que Stevens combina brillantes sonidos de juguetes y su voz cándida e inocente.

Una historia como otra cualquiera, un cuento para antes de irse a dormir. Una historia que no debe ser resumida en unas líneas, sino escuchada en unos minutos tumbado en un sofá o mientras se espera en la marquesina la llegada del autobús. ¿A dónde? A cualquier sitio dónde no haya música para ascensores.

Para escuchar:
'Casimir Pulaski day'

martes, 13 de marzo de 2007

Tan sencillo como llevar el ritmo con el pie

Las mejores canciones son aquellas que incitan a mover la cabeza de un lado a otro mientras se silba la melodía y se sigue el ritmo a través de ligeros golpes de pie en el suelo. 'Australia' cumple con las tres premisas y The shins son los culpables.

El cuarteto de Albuquerque, Nuevo Mexico, han conseguido con su tercer disco colarse en las quinielas para el título a mejor álbum de 2007. 'Wincing the night away' podría llevar el siguiente epígrafe: Manual abreviado de la historia reciente del pop. Un elepé que suena a nombres como The Byrds, The Smiths y XTC.

'Australia' es pop bailable con guitarras luminosas, una melodía dispuesta a alegrar uno de esos días en los que la mejor opción es no levantarse de la cama o buscar una sombra bajo la que pasar la tarde.

Al final, "all you want is one more Saturday".

Para escuchar:
'Australia'

sábado, 10 de marzo de 2007

Todas las letras de Tom

La Editorial Fundamentos publica en su colección Espiral las letras de Tom Waits. En dos volúmenes compila la original literatura de uno de los más prolíficos creadores de la música popular, cercano a la generación Beat y al realismo sucio americano.

De momento, sólo se ha publicado el primer volumen de canciones de Waits, el segundo está aún en producción. En el primer libro se recogen los discos publicados durante su etapa con la discográfica Asylum: 'The heart of Saturday night' (1974), 'Small Change' (1976), 'Foreign affairs' (1977), 'Blue Valentine' (1980) y 'Heartattack and vine' (1980), además de algunos de los temas de su primer elepé: 'Closing time' (1973).

Una oportunidad de acercarse a la voz particular del trovador californiano.

El hombre que nunca estuvo allí

Si los tipos duros no bailan, Nick tampoco lo hacía. Nick Drake prefería la soledad de su cuarto, en el que sonaban Bach y Dylan. Nick caminaba cabizbajo desde su extrema altura y farfullaba palabras. Pero no bailaba, Nick no bailaba. Seguramente sus piernas, largas como las autopistas que cruzan Texas, se le hubieran enroscado y sus kilométricos brazos podrían haber abarcado a cientos de chicas bajo un único abrazo.

Nick era un joven raro, un hombre que nunca estuvo allí. Ni allí ni en ningún otro lugar. No era hablador, lo más probable es que fuese oscuro y con pocos amigos, un hombre sin aparente gracia -excepto para el atletismo- que caminaba encorbado, escondido bajo unos pantalones que no le llegaban a los tobillos y una chaqueta que enseñaba sus muñecas.

Llegó el año 68 y 'Five leaves left', una obra maestra del pop. El hombre que nunca estuvo allí surgía de la nada como una persona de extrema sensibilidad, con letras repletas de poesía y una capacidad sorprendente para crear un sonido acústico inconfundible y propio. Nick Drake se abría como una lata de conservas y dejaba escapar un mundo interior repleto de historias extrañas y agridulces.

Los tipos duros no bailan y Nick Drake compuso una obra para escuchar sentado junto a la ventana un día de lluvia, con una copa en la mano, mientras se cuentan las gotas que golpean contra el cristal. Una disco melancólico que suena como las tardes de domingo en otoño y a hojas caídas de un árbol solitario en un parque en el que los niños juegan a su alrededor cogidos de la mano y haciendo un corro.

Para escuchar:
'River man'

viernes, 2 de marzo de 2007

'Love will tear us apart'

'Love will tear us apart' fue grabada por primera vez un 26 de noviembre de 1979 en los estudios de la BBC, junto al mítico John Peel. Seguramente Ian Curtis, atormentado líder de Joy division, no sabía que en ese momento creaba un referente generacional. Quizás una de las canciones más versionada de la historia de la música popular. Para bien y para mal.

Ian Curtis acabó colgado del cuello por una soga. La vida era demasiado complicada. Su gran canción ha sido colgada en más de una ocasión (prescindibles las versiones de Cienfuegos y Bono con Arcade fire). Otros grupos, como Nouvelle vague, han estado a la altura del original e, incluso, han encontrado un lenguaje propio, alejado del sonido y la estética del cuarteto de Manchester.

El legado de Curtis, un joven conservador en lo político y vanguardista en lo musical, no puede medirse por los tres únicos discos que grabó. Su herencia hay que buscarla en los cientos de grupos que alguna vez han tarareado: 'Love, love will tear us apart, again'.

Para escuhar:
Joy division, la original
Nouvelle vague, un encuentro con la bossa
Susanna and the magical orchestra, minimalismo
José González, solo frente al peligro desde Nueva York
Worm is green, sinuosos
Cienfuegos, el horror era esto

jueves, 1 de marzo de 2007

Melodías perfectas

The magic numbers es un cuarteto a la vieja usanza. Un grupo al estilo de The mamas & the papas: dos chicos, dos chicas, melodías volcales y mucho pop vitalista y alegre.

Desde Londres, The magic numbers firman una de las mejores canciones pop de la década: 'Forever lost'. Un tema que se escucha como si fuese un regalo sorpresa, algo inesperado. Los londinenses llevan en sus bolsillos los nombres de la mejor tradición pop de los años sesenta y del power-pop más desenfrenado.

Una canción para sentirse mejor con uno mismo o, al menos, para intentarlo. Melodías contra la desazón, guitarras contra la tristeza. Por cierto, como buena canción de pop, tiene palmas.

Para escuchar:
The magic numbers, Forerver lost