jueves, 30 de octubre de 2008

We shall overcome

No hay música que acalle una barbarie.

El reverendo Charles Tindley's compuso la letra para el gospel I'll overcome someday a comienzos del siglo pasado. Más adelante este tema se convirtió en We shall overcome. La canción fue un referente en la lucha por los derechos civiles y para los movimientos pacifistas. Muchos músicos la han interpretado. Desde Peter, Paul and Mary a Joan Baez, Petter Seeger o Springsteen. La mejor, la reina del gospel, Mahalia Jackson.

Nosotros también triunfaremos. Libres y sin miedo. Todo irá bien. We shall overcome, one day.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Aleluya para hoy

A Eustaquia y Nahum, en conmutativa relación de factores indivisibles.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Canciones del verano II

Alabado sea Mark. Alabado todo lo que graba, todo lo grabado y lo que le quede por grabar. Alabados sus directos, sus discos piratas, los de versiones y los recopilatorios. Bendito el que le escucha con oídos limpios, el que lo hace con desgana y el que lo desprecia por tedioso. Kozelek es el profeta. Oasis y Coldplay, los fariseos. Tokio Hotel, Melendi y Pignoise, el maligno hecho carne.

Summer dress es el salmo más perfecto del estadounidense. Su versión en directo, desde la sala l'Heliogàbal de Barcelona, es maná. Una confesión de amor en el tono más triste del Medio Oeste. Kozelek no necesita una banda, orquestaciones, vídeos y fuegos artificiales para aplacar la ira de sus fieles, sólo su guitarra, su voz y un chelo.

Recto es su juicio, luz en el sendero. Aléjate de mí U2.


miércoles, 10 de septiembre de 2008

Canciones del verano I

Puede que sólo exista un ente que se alegre -disfrute, goce o similar- con la llegada de septiembre y la vuelta al colegio: El Corte Inglés. Por norma general, para el resto de mortales, el fin del verano es una puñalada fría e inesperada en el costado. La música puede suponer un asa con el que aferrarse a la vivencia marchita del camping-gas, las chanclas y las siesta milenarias con el Tour de Francia de fondo. Que cada periodo estival tiene su propia canción es cierto, algunos veranos tienen varias, muchas. Esto es un ejercicio de nostalgia. El sonido de aquel verano de 2008.

Preston School of Industry (PSOI) es la gemación de Pavement, histórica banda que formó parte de la hornada indie americana de los años 90. De aquella generación de oro Pavement fueron los más divertidos y descarados. Con un sonido entre el pop, el rock y el noise, los californianos conformaron un cancionero notable, con un par de discos sobresalientes: Croocked Rain, Croocked Rain y Brighten the Corners

En 2000 el grupo se separa y su guitarrista Scott Kannberg, conocido como Spiral Stair, no espera ni medio segundo para juntar a un par de amigos y montar su nueva banda. El nombre lo toma de unos de los más reputados reformatorios estadounidenses, sito en Amador County, California.

Kannberg decide recuperar algunos de los temas descartados durante la grabación del último disco de su anterior banda, Terror Twilight, y prepara un primer sencillo, Goodbye to the Edge City. Unos meses después se publicaría el primer larga duración de PSOI, All This Sounds Gas (2001).

En este primer disco aparece Falling away, la mejor canción de un álbum que suena, como es lógico, muy similar a Pavement, aunque menos ruidoso, más pausado. Este tema, de sencilla letra -casi pueril-, transmite una alegría contagiosa, sin caer en el merengue pastel de algunas tonadas pop. Como el resto del elepé, es una agradable composición de fácil escucha. Si se tira del tópico se puede hablar de una canción redonda. Guitarras distorsionadas, melodías pop y ritmo de rock. Lo justo para bailar en la fiesta del pueblo.

Falling away

martes, 29 de julio de 2008

La homilía del soul

En los convulsos tardosesentas estadounidenses surgieron figuras que sirvieron para remover la conciencia crítica de ese país. Ideólogos y activistas, en mayor o menor medida, que defendieron nuevos valores y mostraron su intención de cambiar de algún modo aquello que detestaban de su vida cotidiana: el racismo. Rosa Parks, en 1955, no se sentó en la parte de atrás del autobús, tal y como ordenaba la ley entonces, y buscó un hueco en la zona para blancos. Cuando tuvo que ceder su sitió, amenazada por el conductor, no lo hizo. Once años antes, Irene Morgan había sido detenida por lo mismo. Otros fueron más conocidos, como Ernest Green, Martin Luther King Jr y Malcom X. Y entre todos ellos, Nina Simone, la banda sonora original de esta revolución social.

La alta sacerdotisa del soul, como fue bautizada, no sólo contaba con una voz fuera de lo común y poseía una capacidad asombrosa para componer y versionar temas de otros artistas; también tuvo la valentía de asir la bandera del cambio. Los sesenta fueron controversia y, entre tanto caos, la música y las cuestiones sociales se daban la mano.

El año del cambio fue 1964. Simone, de un abrasador talento, ficha por Philips y abandona Colpix. En su primera grabación con la compañía holandesa incluye un tema, Mississippi Goddam, en el que habla abiertamente de las desigualdades entre la comunidad negra y la comunidad blanca. Este tema sirvió de respuesta al asesinato, a manos de un miembro del Ku Klux Klan, del activista Medgar Evers y al bombardeo de una iglesia, en el que murieron cuatro niños.

La pianista, que sufrió el racismo durante su infancia, compone Four women, sobre los estereotipos de las mujeres negras. La canción se convierte en un himno feminista prohibido en algunas zonas de los Estados Unidos. Graba para el álbum Pastel Blues el tema Strange fruit -de la gran reina del jazz Billie Holliday-, en la que se narra la historia de un linchamiento. En el año 1967 canta I wish I knew how it would feel to be free. El 7 de abril de 1968, tres días después del asesinato de Martin Luther King Jr., Nina Simone entona una nueva canción, Why (The king of love is dead). El bajista que le acompañaba, Gene Taylor, la compuso nada más enterarse de la noticia.

Un himno para la comunidad negra
En 1970 Simone, junto a Weldon Irvine, se inspira en la obra inacabada de la dramaturga Lorraine Hansberry para componer To be young, gifted and black. Este tema se convirtió en un himno para la comunidad negra. Aretha Franklin, otra de las grandes, se apodera de él dos años más tarde y lo versiona.

Tampoco falta la polémica en torno a estos años de lucha de la compositora. Durante los sesenta hay quien la sitúa en las estratos más radicales de los movimientos por la igualdad. Se le acusa de no compartir las posiciones de no violencia que promulgaba Luther King, además de defender la fuerza como medio para lograr un estado separado para los afroamericanos. Lo cierto es que militó en las Panteras Negras, aunque sería injusto no enmarcarlo dentro de un periodo de rebeldía y en su contexto histórico y social.

Política a un lado, Nina Simone ha logrado convertirse en un referente para varias generaciones músicos. Lauryn Hill habla de ella, Alicia Keys, también. Jeff Buckley y John Lennon se suman a la lista. Otros la han versionado: Cat Power, The Animals, Bowie, el propio Buckley, Muse y Timbaland.

También consiguió, años más tarde, algunos reconocimientos. Durante su infancia, la artista -la sexta de ocho hermanos- trató de estudiar piano en el Curtis Institute con una beca. Fue rechazada por su color de piel. Unos pocos días antes de morir, en 2003 en Francia, recibía el título honorífico de este prestigioso centro. Después de tanta batalla, por fin lo había logrado.








martes, 17 de junio de 2008

El legado del rey

LPM 1254 es la referencia del catálogo de RCA Victor de uno de los mejores discos de la historia de la música. Es la primera grabación de un hombre destinado a convertirse en la imagen de la gran revolución del siglo XX: el rock. Él era el rey, Elvis. En marzo de 1956, Elvis Aaron Presley publica su primer elepé. El músico de Tupelo tan sólo tenía 21 años. Un año antes, el 31 de enero de 1955 en Tampa, le tomaban un retrato histórico que ilustraría el álbum. A la poderosa imagen del joven músico desgañitándose mientras agita el mástil de su guitarra, se suma una rupestre tipografía con su nombre en rosa y su apellido en verde. Larga vida al rey.

La historia de esta portada continúa. 1979. Londrés. El punk. The Clash. El mejor grupo del primer movimiento antisistema de origen anarquista hace su propio homenaje a uno de sus ídolos. Un tipo que, como ellos, había provocado el escándalo en la sociedad más tradicional, aunque 20 años antes y sin apelar a la política.

El tercer disco de la banda de Joe Strummer, London Calling, recuperaba la iconografía del mítico álbum del rey, aunque la actualizaba, la contextualizaba y le sumaba más fuerza, si cabe, a la original. ¿Cómo? Gracias la violenta imagen del bajista de The Clash, Paul Simonon, a punto de destrozar su bajo.

Un año después los ingleses recuperaron la estética, que no la imagen, para su nuevo single: Train in vain.

Otro seguidor del punk tomó la estética del monarca, aunque a diferencia de los Clash, Tommi Stumpff dulcificó la portada con una párvula imagen. Fue el año de Naranjito: 1982.

A lo patrio. Madrid. Un bar de Cuatro caminos. En la madrileña movida un grupo de gallegos descerebrados, Siniestro total, piensan en la portada de su nuevo sencillo. Es el primer single que no incluye cara A. Tiene dos caras B. Deciden homenajear a sus idolatrados The Clash, aunque prefieren darle un toque propio. Tras varias divagaciones Pepo Fuentes y Julián Hernández -ideólogos del grupo más gamberro de La Movida- optan por sustituir a Simonon por un gaitero. Las canciones del single: Sexo chungo y Me pica un huevo. Surrealismo ibérico.

La más velada referencia a la primera grabación de Elvis la firmó otro genio: Tom Waits. La portada de su aclamado Rain dogs (1985) utiliza una tipografía similar, aunque no tan rupestre. Las diferencias: la distribución del texto y el color de las letras. La imagen fue tomada a finales de los años sesenta por el fotógrafo sueco Anders Petersen y quien aparece en ella, no es Waits.

Entre la larga lista de músicos que han rendido homenaje al rey del rock, hay que destacar la de su homólogo latino: El Vez, el Elvis mexicano. Este marciano con tupé, el más pretigioso imitardor de Elvis en todo el mundo, es considerado una mezcla entre el ídolo estadounidense y el Che Guevara. El Vez, en realidad, homenajeó a dos grupos al mismo tiempo: Elvis y The Clash.

El nombre del más famoso skater de la historia, Tony Hawk, también se ha vinculado a la histórica portada. Su último videojuego contó con una banda sonora propia, con bandas de punk versionando clásicos del punk y del hardcore. La ilustración no puede tener una referencia más clara: London Calling.

La última en homenajear a Elvis ha sido una mujer, K.D. Lang. La canadiense publicó en 2006 Reintarnation. Del rey imita hasta el grito.

A todas estas portadas se suman un larga colección de ‘tapas’ deudoras tanto del rey del rock como de los príncipes del punk. Músicos de todo tipo han retomado la portada original y la han reiventado: folkies, punkies, indie, bluesmen… Elvis no está muerto.

miércoles, 4 de junio de 2008

El oso despierta

El término experimental suele picar. Es como la etiqueta de las camisetas que hay que cortar/arrancar porque molestan y te obligan a rascarte. Hay bandas que sufren del mal de la etiqueta. Hay que arrancarla a tiempo, o pasarán el resto de sus días rascándose. Wilco, más bien su líder Jeff Tweddy, sacó las tijeras en su último disco, Blue Sky Blue. Dejó los ruiditos, la electrónica, y recuperó la candidez de sus country-pop-rock de baja intensidad. Con esta obra se postula para ser uno de los grandes compositores de la música popular contemporánea.

Tweddy, con su cara de oso madrugador, tomó las riendas de Blue Sky Blue. El resto del grupo cuenta que las canciones surgen de un trabajo común en el que todos lo miembros han aportado algo. Habrá que creérselo, aunque los galones de capitan se sabe quién los lleva en este barco.

Sería un error grave pensar que los anteriores trabajos de Wilco provienen de la experimentación más osada. No son Radiohead, ni Sonic Youth; pero dentro de su mundo canciones de diez minutos, con repetitivas bases electrónicas y guitarras anárquicas, son todo un ejercicio de furia y heterodoxia.

Blue Sky Blue es la joya engarzada del grupo, un compendio de sus mejores virtudes. Para los amantes de su sonido más primigenio y campero, el de su estreno A.M. (una joya del country alternativo), la última entrega de Wilco resultará, como mínimo, descafeinada. Para los seguidores acérrimos de los Wilco más lisérgicos, ídem. Para los demás, un imprescindible.

Adios a las migrañas
Jeff Tweedy sufre desde su juventud migrañas. Ni rastro. Blue Sky Blue apesta a Beatles, Brian Wilson, Birds, aunque con la siempre atenta mirada de Neil Young (oh, gran Neil) y Parsons. No hay dolores de cabeza. Suena claro, brillante y adictivo. Es probable que la banda haya firmado su propio Sgt. Peppers, salvando las distancias.

El recorrido comienza con Either way, la guía perfecta del pop que habría firmado el mismo Harrison. Continúa hasta adentrase en la canción que da título al disco, en la que recuperan su tradición más americana y que sirve de trampolín hacia melodías con ciertos toques (muy ligeros) de soul, un rock más clásico y temas para guardar siempre en el apartado de memoria vital, como Leave me (like you find me). El disco tiene de todo, las guitarras de Walken suenan a The Faces, What light a un songwriter como Dylan, y se cierra el disco con la hipnótica e intensa On and On and On.

En la época en la que el modo shuffle del Itunes apuñala al elepé por la espalda y realza al single, encontrar un disco tan completo, cuidado y adictivo no es un milagro, simplemente es una suerte. Wilco, con una excelente discografía, toca techo con un trabajo de esos que aparecerán en la lista de 1001 discos que hay que escuchar antes de morir. Mejor no esperar Blue Sky Blue se incluya en la nueva edición, quizás sea demasiado tarde.








jueves, 22 de mayo de 2008

Aleluya para hoy

El gran concierto del año fue anunciado ayer, aunque hubo alguno que ya se lo olía. Bienvenida la buena nueva.

El genio californiano nacido con barba de tres días -deidad trinitaria viva junto a Dylan y Cave- visitará España con dos conciertos en Barcelona y uno en San Sebastián. Una oportunidad única de ver a un tipo que abandonó hace años las noches salvajes de San Francisco para convertirse a la vida hogareña y cotidiana de su rancho y su familia.

Los astros nos han sido favorables y Tom Waits nos regalará sus 35 años de música en vivo. Sin duda, combinará la fórmula que le ha hecho famoso: elegancia y primitivismo a partes iguales. Alabado sea nuestro vividor más empedernido. 












viernes, 9 de mayo de 2008

Cualquier otra cosa

Puede que sean la combinación perfecta entre las bases rítmicas de Joy Division y las guitarras de My Bloody Valentine. También podrían ser cualquier otra cosa. Por ejemplo _______ (rellene el espacio según su parecer). En cualquier caso, son una interesante, aunque desigual, apuesta: Film School.

Surgidos a finales de los años 90, su primer disco -Brilliant career- aparece con el nuevo siglo: 2001. Como es habitual hay un cerebro, aunque en ocasiones sean dos (Lennon-McCartney, Hazlewood-Hammond, Moraes-Jobim): Krayg Burton. Este guitarrista comenzó a trabajar bajo el nombre de Film School como un proyecto personal, al que luego se sumarían miembros de otras bandas, entre ellos algún ex-Pavement.

Tras el éxito del primer elepé no volvieron a presentar nuevo disco hasta el año 2006, de mismo título que la banda. El tercero no tardaron tanto en grabarlo, fue al año siguiente y recibió el nombre de Hideout. En su último larga duración mantienen ese sonido envolvente, tamizado y pesado, como los días de bochorno previo a la lluvia, que les emparienta con los grupos de shoegaze, tan amigos de las capas de instrumentos que crean el famoso muro de sonido que inventó el siempre imprevisible y genial Phil Spector.





jueves, 1 de mayo de 2008

Un elegante bigote

Se enciende las luces y aparece un tipo de traje con un longevo bigote pegando patadas al aire. No es un chiste. Es el comienzo de un concierto de Nick Cave. El australiano es lo que se llama un animal de la escena. Pura fuerza que durante 30 años se ha transmitido a través de discos y directos.

¿Pero quién es Cave? Es un cantautor con banda, The Bad Seeds. Un punk sin cresta. Un bluesman blanco. Un baladista de diseño y sofisticado. Un orador con sintonía. Es un Elvis iracundo. Su carrera ha sido un constante trabajo de reinvención siempre basado en su absorbente personalidad.

El compositor comenzó en esto de la música en los años 70. En su primera banda, The Boys Next Door, conoció a su inseparable compañero Mick Harvey, líder de los orgánicos Bad Seeds. Después llegaría Birthday Party, un ejercicio de expresionismo punk que abriría las puertas del éxito a Cave.

Desaparecidos los Birthday, este fan confeso de Johny Cash, Leonard Cohen y los Beatles se reúne con los Bad Seeds para grabar su primer disco en 1984, From her to eternity. Desde entonces, Nick Cave, que ha publicado seis libros, ha hecho lo que le ha dado la gana. No se puede explicar de otro modo. Ha cantado con Tom Waits, P.J. Harvey, Cash e, incluso, Kylie Minoge.

La semana pasada Cave presentó su nuevo disco (Dig Lazarus, Dig) en San Sebastián y Barcelona. Acompañado de sus siete compañeros de banda, el australiano desgranó algunos de los mejores temas de su repertorio: Deanna, My funeral, your trial, Hard on for Love, The ship song, Straight to you, Tupelo, Stagger Lee y Red right hand. Además de los temas del nuevo álbum (Dig, Lazarus, dig, We call upon the author, Lie down here, Night of the lotus eaters) a lo largo de más de horas de extrema intensidad.

En verano volverá, de momento a Madrid, pero con su banda Grinderman. Así que ya saben, si ven a un tipo alto, enjuto, medio calvo, con bigote, vestido de traje y pegando patadas al aire sobre un escenario, ese es Nick Cave.












miércoles, 16 de abril de 2008

El frío nombre de tu hermana

Islandia es el país que durante las dos últimas década ha entregado al mundo a los creadores más personales y extravagantes de la música popular. La diva Björk fue la pionera, Sigur Rós aparecieron más tarde con su sonido espacial. Junto a estos, Múm y su música de juguete y, por último las nuevas generaciones, como Amiina. Todos han logrado un hito: un sonido inconfundible que ha sido imitado en el resto de Europa y en los Estados Unidos. De entre todos los grupos, Sigur Rós -dejando a la sin par Björk a un lado- se ha convertido en el grupo más reconocido. El cuarteto marciano de Reykjavik a creado un universo propio, cercano a unos Pink Floyd más intensos y enrevesados.

El grupo se formó en 1994 en la capital islandesa. Decidieron llamar a su grupo igual que a la hermana de uno de los miembros de la banda, que ese mismo día acababa de nacer. Victoria Rosa. Tres años más tarde lograron publicar un primer disco en un sello islandés. El título fue Von: esperanza. En 1999 llegaría Ágaetys Byrjun, que significa buen comienzo. En este disco ya establecen los cánones del grupo: música onírica, con cambios de intensidad, prácticamente instrumental y con una importante orquestación.

El año 2000 sería el momento de dar el salto internacional. Sus padrinos fueron los gurús del rock independiente: Radiohead. Los islandeses se encargaron de abrir algunos de los conciertos de la gira de los británicos. A partir de ese momento, Sigur Rós despegaba, sin aparente freno, al olimpo de la música.

()
En 2002 publicaron un disco sin título, simplemente dos paréntesis adornaba la portada. Las canciones, ídem, sin nombre. El álbum, con un sonido más crudo, compartía con su predecesor los juegos de intensidad, de la tranquilidad a las olas de ira, siempre melódica. Sigur Rós, no son amigos del ruido, lo que les diferencia de otros grupo con los que han sido comparados, como Mogwai y Godspeed You! Black Emperor. () fue publicado junto a un libro en el que distintos artistas gráficos, entre ellos Chema Madoz, prestaban sus ideas visuales a la música.

Los islandeses, que han publicado dos discos más de estudio y preparan el quinto álbum, han cultivado siempre una pose de raritos. No cantan exactamente en islandés, sino que en ocasiones lo fusionan con el inglés y crean el happylandish. Más rarezas: en alguna canción han incluido palíndromos sonoros, suenan igual se escuchen normalmente o al revés. Tienen extraños motes y el guitarrista y cantante, Jon Por Birgisson, es seguidor del grupo de música heavy Iron Maiden.

Pero peculiaridades aparte, Sigur Rós es uno de esos grupo que bien escuchado y dándoles una segunda oportunidad son capaces de trasladarte lejos, muy lejos. Sus directos, ocasionalmente acompañados por una orquesta, tienen fama de poseer una extraña capacidad para crear indescriptibles atmósferas. Es probable que sea la magia propia de Islandia, un país en el que el frío se combate con extravagancia y talento, al menos musical.










martes, 8 de abril de 2008

James, mirada de loco

Cuando era joven, James Taylor tenía cierta mirada de loco. Quizás fuera consecuencia de una de esas biografías de juventud tan propias de las estrellas de la música: una prematura cercanía a las drogas y a las instituciones psiquiátricas. Ahora, cuarenta años más tarde de la llegada de este compositor de Boston a las discográficas, sus fotos muestran un rostro mucho más amable. Puede que sea la cara de un hombre que ha logrado convertirse en un referente musical del siglo XX y quizás haya olvidado los demonios de la juventud.

Taylor apareció en el mundo de la música con apenas veinte años recién cumplidos. Aquel seguidor de los Beatles y de la música folk abandonó sus estudios de chelo para dedicarse a la guitarra acústica. Su primer disco llegó muy pronto, en el año 1968: James Taylor. Lo grabó en Inglaterra para el sello de los cuatro fantásticos: Apple. El propio McCartney puso el bajo en el disco. Esta obra no logró una gran repercusión, pero le abrió las puertas, unas puertas pequeñas, a una gira por Estados Unidos.

Después llegaría Sweet baby James. Era 1970. Su segundo disco en solitario es una obra maestra. El cantautor pertenecía a aquella generación que vivía la resaca del movimiento hippie y del verano del amor. Era una generación que empezaba a perder el interés por los movimientos políticos y empezaba a mirar más hacia su ombligo. Taylor escribió una obra muy autobiográfica que logró alcanzar el número uno de la lista de ventas. La fantástica Fire and rain recupera sus días internado, en el que vislumbra, a diferencia de otros autores, esperanza.

Sin grandes epopeyas
Sweet baby James es una preciosa recopilación de tranquilas canciones en las que el bostoniano recoge lo mejor del folk y del blues. Hay algún toque de pop, escaso, y más referencias sonoras a Bob Dylan que a los Beatles. La música de Taylor es intimista y alejada de las grandes epopeyas. Sus historias son mínimas, como su música, ajena a las orquestaciones. Un sonido desnudo, como el que suelen exigir el sonido acústico y los cuentacuentos.

El éxito de este álbum fue tal que Taylor protagonizó la portada de la revista Time, como representante de la nueva generación de songwriters que reunía a gente como Joni Mitchell, Carly Simon o Cat Stevens. A partir de ese momento, el compositor de Boston se convertía en un referente para la música americana, la más joven promesa.

La carrera de Taylor ya no tuvo freno. Discos, directos e incluso alguna incursión en el mundo del cine. Su mayor hito, al menos comercial, haber vendido 11 millones de copias de su disco Greatest hits.




martes, 1 de abril de 2008

Las cartas sobre la mesa

Entre la locura y la templanza existe un espacio que algunos se empeñan en recorrer sobre un vehículo inestable. Glenn Johnson, líder de Piano Magic, tiene un carné de conducir con el que transita entre esos dos puntos en cada uno de sus viajes musicales. Su ámbito es el riesgo y se maneja con la facilidad de los especialistas de cine. Pocas veces sufre rasguños. ¿Y cuándo ocurre? Mantiene la dignidad, al menos aparente.

Desde 1996, cuando Johnson comenzó a grabar de manera casera sus temas, Piano Magic se ha convertido en una banda de culto que atrae a un fiel grupo de seguidores encandilados por un sonido que se mueve entre el shoegaze y la electrónica minimalista o la música ambiental. En estos 12 años Piano Magic ha grabado ocho discos, multitud de singles (muchos publicados sólo en España) y una banda sonora para la película Son de mar, de Bigas Luna.

La intención de su líder siempre ha sido crear bandas sonoras para sus recuerdos, lo que se refleja en cortes cinematográficos, por lo evocador de las canciones. Su música es íntima y relata historias descarnadas de las que, para que engañarse, no transmiten exacerbada felicidad. Son los relatos de un lobo estepario con guitarra. Estos son las cartas de Glenn Johnson, o juegas o te plantas.








miércoles, 19 de marzo de 2008

El hombre matraz

En el jazz los músicos tienden a ser batidoras, matraces en los que caen todo tipo de ritmos, estilos y sonidos. Jimmy Smith es un matraz con forma de órgano Hammond. Durante décadas este músico -quizás uno de los mejores de la historia- se dedicó a revolucionar un instrumento que hasta el momento no había pasado a formar parte de los combos de jazz. Desde Pensilvania, Smith mezcló el R&B, el blues y el gospel con un jazz cercano al bebop y al hard bop.

El sonido de Jimmy Smith se convierte en adictivo. Es un jazz que, quizás gracia al órgano, suena bailable y, en la mayoría de los casos son temas entre lo animado y lo frenético. Un claro ejemplo de este estilo es su gran obra maestra: The Sermon!

Grabado en Nueva York en dos días: el 25 de agosto de 1957 y el 25 de febrero de 1958, The Sermon! en la piedra angular de la carrera de Smith. En él demuestra su gran capacidad como compositor y como instrumentista. En tres temas y 40 minutos este genio despliega una gama de rítmica y de sonidos inigualable, heredadas de uno de sus maestros, el pianista Horace Silver, al que homenajea con este álbum. En la grabación de los temas le acompañaron Art Blakey, Tina Brooks, Lou Donaldson, Donald Bailey, Lee Morgan, George Coleman y Eddie McFadden -un elenco de lujo-. Además, detrás de este disco se esconde la mano de una figura emblemática del jazz: el ingeniero de sonido Rudy Van Gelder.

The Sermon! fue el cuarto disco que Jimmy Smith compuso para el imponente sello Blue Note -amén-. Entre el año 1956 y 1963, el organista formó parte de esta escudería y, para muchos, esta etapa guarda sus discos más influyentes. Después llegaría el funk, más fusión y una fama que le ha convertido en uno de los faros del jazz. Síganlo.

The sermon!




The cat

domingo, 16 de marzo de 2008

En estéreo

Darío Manrique ha abierto su espacio en la red: En estéreo. Darío es uno de los mejores periodistas musicales de España y sus conocimientos son enciclopédicos. Melómano de gustos eclécticos, Darío trabaja para Rolling Stone, Efe Eme, Citizien K y On Madrid. Merece la pena darse una vuelta por la nueva casa en internet de este gran tipo. Buena música sin complejos.

domingo, 24 de febrero de 2008

El chico de la cebolla

Mi madre cambiaría de acera si se cruzase con un tipo como Badly Drawn Boy. Otros, quizás, buscarían un euro en sus bolsillos para dárselo. El músico inglés -nacido Damon Cough- cultiva un aspecto descuidado, siempre tocado con gorros de lana y capas de ropa como una cebolla. Su música, sin embargo, no responde a su imagen. Al escuchar a BDB, uno espera encontrarse con un joven de camisa de cuadros y estética aseada, un Sufjan Stevens. No es así, aunque las similitudes sonoras son patentes.

El compositor de Lancashire suena tan inglés como los sombreros de Isabel II. Badly Drawn Boy despliega una elegancia inusual que parece troquelada en sus genes. Huele a té metódico -el que se toma a las cinco- y a haggis. Su música salta entre las referencias de los grupos de los sesenta -Donovan, Beatles y Harry Nilson- y se liga, por motivos generacionales o melódicos, a bandas como The Beta band, Super Furry Animals, Magic Numbers y el mentado Stevens. Hay otras referencias, como Springsteen, al que hace un guiño en su último álbum: Born in the UK.

1997 es el año en el que se data la primera grabación de BDB. Pero a quien le interese oírla, más vale que se la graben. El primer ep de este creador se subasta en Ebay por el módico precio de 100 libras. Solo se imprimieron 500 copias. Lo cierto es que los bolsillos más desnutridos podrán contentarse con todos los discos que ha grabado posteriormente y que, realmente, forman el grueso creativo de su carrera.

Tras una serie de exitosos elepés, llegó la hora del primer larga duración. Cough grabó The hour of bewilderbeast, publicado en 2000. El éxito de la ópera prima fue tal que vendió 300.000 copias y ganó el premio Mercury music, que arrebato al grupo de Manchester Doves. The hour es una especie de canon que dibuja las líneas que esbozan la carrera del compositor britnánico: medios tiempos de pop claro, sin concesiones al ruido, hermosas melodías y un sonido acústico de piano y guitarra.

Un trabajo impecable
Dos años después llegó la banda sonora de About a boy, la adaptación de la novela de Nick Hornby. El trabajo de BDB es impecable. Una colección de hermosas canciones en las que destacan dos hitos del pop: Something to talk about y Silent sight. El piano y la guitarra de Damon Cough otorgan a la película esa elegancia que surge de las composiciones del creador.

Have you fed the fish? fue el siguiente paso, quizás en falso, de la carrera de Badly Drawn Boy. La acusadora crítica -o acusica- tildó al disco de comercial, concepto extrañamente vinculado a la falta de calidad. ¿Acaso no son los Beatles, los Rolling Stones o The Cure comerciales? Lo cierto es que en esta grabación se introducen más guitarras y que es probable que sea su álbum menos interesante, pero el estilo es el mismo.

Tras una gira por Estados Unidos, el compositor añoró su hogar y volvió para grabar One plus one is one. Este regreso a su casa despertó su vena más íntima y desplegó sus historias más personales, incluida la muerte de un amigo o la pérdida de su abuelo en el desembarco de Normandia. Tanta biografía no pareció gustar a sus seguidores. El disco fue un fiasco en ventas.

Ahora regresa con
Born in the UK, una vuelta a las historias casi infantiles y las melodías luminosas y delicadas que han convertido a BDB en una especie de Springsteen sin pañuelo en la cabeza ni ánimo de rock'n'roll.







miércoles, 13 de febrero de 2008

Bajo el puente

En el mundo de la música siempre corren leyendas en torno al último disco grabado por un grupo antes de separarse. Se habla de las tensiones, de las disputas e, incluso, de grabaciones en las que los miembros de un grupo ni siquiera se hablaban. Bridge over troubled water, fue el último disco de Simon & Garfunkel y, se cuenta, que aquellos dos tipo de pinta afable tuvieron sus más y sus menos. En definitiva, que su amistad fluyó por aguas turbulentas.

La canción que dio título al disco se convirtió en un éxito y se mantuvo durante seis semanas en el primer puesto del
Billboard. Tuvieron que llegar los Beatles con su Let it be para apartarlos de ese lugar. Una curiosidad: aquel también fue el último disco del cuatro fantásticos y, según los rumores, también tuvieron su disputas, bajo la atenta mirada de la mala malísima del pop: Yoko Ono -no pronuncie su nombre tres veces seguidas-.

Paul Simon compuso la canción para que la cantase Art Garfunkel, que era el rubio de irritante voz. Pero, parece ser que no le apetecía que la cantase el solo, prefería compartir la canción. Guerra de egos y disputa al canto.

La canción fue un éxito, y otros artistas quisieron hacer la propia. El listado de versiones de
Bridge over troubled water es kilométrico: Jackson 5, Roy Orbison, Roberta Flack, Willie Nelson, Jonnhy Cash e, incluso, el ínclito Camilo Sexto, traducida para tan magna ocasión.

Entre tantos nombres destacan: Elvis, Aretha Franklin y Jonnhy Cash. Cuando Simon escuchó la versión del rey del rock, aseguró que aquel tema ya no podría ser suyo nunca más. A partir de aquel momento se había convertido en una canción del rey.

Y del rey a la reina, aunque en este caso del soul. Aretha Franklin, un año después de que se publicase la canción, se sentó al órgano para desmontar la melodía de Simon & Garfunkel. La musa convirtió la composición en un himno
R & B al que dotó de la viveza y el brío de una de las voces más personales y con carácter de la historia de la música. Tanto fue así, que en 1971 logró meterla en el top de las canciones más escuchadas del año -además de superar la versión original-.

En American IV: The man comes around, la última grabación publicada en vida por el inigualable Jonnhy Cash, se recogía la lectura del músico de Arkansas. En sus postreros discos -publicados con American Recordings- Cash dio salida a sus gustos musicales con un buen puñado de versiones, la mayoría mejores que las originales e, incluso, insuperables. Verbigracia: My personal Jesus. A pesar del talento de Depeche Mode, la versión del viejo Cash es un hito.

En cuanto a Camilo Sesto, qué decir. Pues eso, Camilo, qué tipo.









Aretha Franklin



Camilo Sesto

sábado, 2 de febrero de 2008

Je suis américain

Los músicos franceses pecan en ocasiones de exceso de romanticismo. Esto no tiene porque ser malo, pero lo cierto es que el merengue empalaga. Por eso es bueno encontrar grupos y compositores galos cuya música tenga un cierto toque de amargura. El alpino Benjamin Biolay incorpora ese toque de resquemor que da cierta alegría a las buenas canciones. Es el más americano de los compositores franceses, una especie de Gainsbourg cruzado con James Taylor.

Biolay publicó su primer disco en 1999,
Rose Kenedy. Bajo un título tan anglófono había un disco repleto de buenas composiciones con un sonido americano. Un pop exquisito en el que el creador francés demuestra su soltura como compositor. Su disco más pop, repleto de samplers con la voz de Marilyn Monroe, sacados de la película Con faldas y a lo loco. Un poco melancólico y sombrío que suena a un otoño de hojas caducas. En las letras Biolay demuestra su querencia por las letras con cierto toque sureal y las imágenes extrañas.

A partir de este disco, Biolay presenta un catálogo un tanto irregular.
Negatif, su segundo larga duración toma ciertos carices de rock, un rock suave, y se atreve con algunas aventuras sonoras en largas canciones. Un año después, en 2004, publica la banda sonora Clara et moi. Y ese mismo año saca su proyecto Home, un disco grabado con su mujer Chiara Mastroiani. Esta obra realmente no está a la altura del resto de las composiciones.

El disco de la ira

En 2005, presentó su disco más intimista y oscuro, L’origine. Biolay reconocía en una entrevista que este era un disco llevado por la decepción, por la ira. Quizás esta ira fuese demasiado para su seguidores porque el álbum supuso un fracaso en ventas. De hecho, el galo tan sólo dio un concierto no hubo giras y se encerró a componer su nuevo larga duración: Trash yeyé.

A diferencia de
L’origine, su último disco, publicado a finales de 2007, habla de amor y es catalogado por el artista como un disco repleto de luz. Biolay relaciona la luminosidad del disco con el lugar en el que fue escrito el mítico Woodstock. En medio del campo, en una casa rural, rodeado de lo más granado de la música folk americana, compuso las canciones del disco.

Biolay, que ha compuesto para cantantes como Keren Ann, Françoise Hardy, Elodie Frege o su hermana Coralie Clement, siempre ha renegado del marchamo que le une a la nueva canción francesa. Él reconoce que no escucha música de su país -sólo hip-hop-. Sus referencias son norteamericanas y su mundo lírico poco tiene que ver con el de los austeros nombres de la
nouvelle chanson. Biolay no es Dominique A, ni ganas que tiene, él preferiría ser Neil Young.







martes, 22 de enero de 2008

La vida según Vinicius

Un 19 de octubre de 1913, en medio de un fuerte temporal, nació Vinicius de Moraes. Su vida no fue tormentosa, pero sí un remolino creativo y vital. El brasileño fue un artista total que vivió de manera desaforada, dedicándose a la música, a la literatura, al periodismo e, incluso, a la diplomacia. Un vividor y aristócrata capaz de convertir la música popular brasileña en un referente mundial. Este mujeriego empedernido, se caso nueve veces, pasará a la historia de la música como el creador de la Bossa nova.

En 1929 comenzó a estudiar Derecho en Río de Janeiro. Durante los años universitarios escribió las letras de diez canciones que interpretaron los hermanos Tapajós. En 1933, al finalizar sus estudios, publicó su primer libro: Caminho para a distancia. Después llegaron Forma e exegese y Ariana, a mulher. Mientras, durante esos años, trabajaba como censor cinematográfico.

En 1938 consigue una beca para estudiar en Oxford, tiempo que comparte con la publicación de nuevos poemarios. Años después accederá al cuerpo diplomático y se marcha a Los Ángeles como vicecónsul. Es su primer destino. Le seguirían Francia y Uruguay. Después, llegaría la expulsión del cuerpo diplomático brasileño.

En ese momento comienza a dedicar su vida de manera exclusiva a la música y la literatura. Una curiosidad, a pesar de comenzar a componer con apenas 18 años, en realidad abandona la música hasta el año 1953, cuando escribe su primera samba.

En 1956 conoce a Antonio Carlos Jobim, otro genio de la música contemporánea con el que forma el movimiento conocido como Bossa nova, que significa nueva voz. Este movimiento supuso la unión de la música tradicional brasileña, la samba, con el jazz.

Este dúo compuso el gran himno de la bossa. Inconfundible, la Garota de Ipanema se ha convertido en una de las canciones más versionadas de la historia melódica. El mismísimo Sinatra -el crooner por excelencia- se atrevió a enfrentarse a esta composición de apenas dos minutos. Breve como las buenas canciones de punk. El resultado, comparado con el original no le llega a la suela de los zapatos. Que Frank me perdone.

El concierto en La Fusa

A pesar de que De Moraes se incorporó tarde al mundo de la música, grabó un buen número de discos. Quizás los más destacados sean Afro-samba, que compuso y grabó con el virtuoso guitarrista Baden Powell -no el fundador de los Scouts-, y el falso directo en el bar La Fusa, en Mar de Plata, Argentina.

El brasileño, que saltó a los escenarios pasados los cincuenta años, quedó encantado de su actuación ante el público argentino. Tal fue su fascinación que se le ocurrió grabar un disco de estudio e incluir el sonido de los asistentes a uno de sus conciertos en La Fusa. Chascarrillos, risas e interpretaciones que en realidad es ante un reducido auditorio de 25 personas que acudieron al local de grabación. El resto, el murmullo, el ambiente del lugar, se ‘incrustó’ después.

En este ‘no directo’ la compañía no podía ser más selecta: Toquinho, guitarra y voz. María Creuza, voz. Mario ‘Mojarra’ Fernández, contrabajo; y Enrique ‘Zurdo’ Roizner, batería. El éxito de este disco fue tal que Vinicius entró de nuevo en el estudio. Un año después, en 1971, graba una segunda parte, en la que incluyó a otra María, en este caso Betanhia. El disco se materializó en un par de días y, de nuevo, fue un éxito, aunque quizás carece de la alegría y espontaneidad del primero.

Vinicius recordaba que el disco, uno de los más vendido de la historia de la música brasileña, contó con todos los elementos que él consideraba esenciales para hacer un buen trabajo: whisky y mujeres bonitas. Así lo dejó escrito en la portada.