
A pesar de la amalgama de elementos tradicionales, su único disco hasta el momento, Gulaj Orkestar, no escapa al lugar de residencia de su compositor: Nueva York. La ciudad más europea de los Estados Unidos imprime un toque de modernidad a tanta tradición. Modernidad que le obliga a emparentarse con el último disco de uno de los grupos de moda de la música independiente, Clap your hands and say yeah!, y a otras bandas como Neutral Milk Hotel.
Trompetas, farfisas, acordeones, mandolinas, violines, chelos y pianos componen la orquesta de este joven que, con 16 años, se largó a recorrer Europa para escuchar a los virtuosos gitanos y la música balcánica. El resultado: por una parte, uno de los mejores discos del año 2006 y la sensación de ansiosa espera ante el que será su segundo álbum. Por otra, la sospecha de que los apocalípticos vaticinios de los librepensadores, que profetizan el fin de la cultura tradicional por culpa de la globalización y cacarean sobre la ignorancia de los yanquis, no son tan reales como nos quieren hacer creer.