
Kozelek repite la fórmula: canciones acústicas, con un tono melancólico y letras tristes. Pequeños cambios, guitarras más limpias y un sonido que le aproxima a otro de los grandes de la música actual: Jason Molina, líder de bandas como Songs:Ohia y Magnolia Electric Co. Este parentesco también le hace formar parte de la familia de Neil Young -grande, dos veces grande- en sus discos más reposados. Un sonido más pop, folkie en ocasiones, alejado de la experimentación, aunque con alguna concesión al rock duro y toques de psicodelia, canción de diez y muchos minutos incluida.. El disco propio de un cuenta cuentos.
Fascinación por los boxeadores
Su primer álbum, Ghosts of the Great Highway, fue el primer contacto del nuevo grupo de Kozelek con este nuevo sonido, algo que ya se vislumbraba en sus discos en solitario. Su primogénito disco como Sun Kil Moon recoge todo un muestrario de historias curiosas, en las que destacan las canciones en las que el músico muestra su pasión por los púgiles. Salvador Sánchez, Duk Koo Kim y Pancho Villa -no el revolucionario- asoman la cabeza en el imaginario del músico de Ohio.
Pero la gran joya del disco es Carry Me, Ohio, un paseo por una historia de amores perdidos -"Toda la literatura habla del amor y de la muerte", quizás la música también-, vistos desde la distancia, aquellos que se anhelan y se desean recuperar, aunque se sepa imposible.
Kozelek desgrana en Carry Me, Ohio sus mejores trucos. Melodía adictiva con ese toque de tristeza que siempre deja un buen regusto en el comienzo de la garganta, un toque intimista y la elegancia de lo sencillo.