miércoles, 4 de junio de 2008

El oso despierta

El término experimental suele picar. Es como la etiqueta de las camisetas que hay que cortar/arrancar porque molestan y te obligan a rascarte. Hay bandas que sufren del mal de la etiqueta. Hay que arrancarla a tiempo, o pasarán el resto de sus días rascándose. Wilco, más bien su líder Jeff Tweddy, sacó las tijeras en su último disco, Blue Sky Blue. Dejó los ruiditos, la electrónica, y recuperó la candidez de sus country-pop-rock de baja intensidad. Con esta obra se postula para ser uno de los grandes compositores de la música popular contemporánea.

Tweddy, con su cara de oso madrugador, tomó las riendas de Blue Sky Blue. El resto del grupo cuenta que las canciones surgen de un trabajo común en el que todos lo miembros han aportado algo. Habrá que creérselo, aunque los galones de capitan se sabe quién los lleva en este barco.

Sería un error grave pensar que los anteriores trabajos de Wilco provienen de la experimentación más osada. No son Radiohead, ni Sonic Youth; pero dentro de su mundo canciones de diez minutos, con repetitivas bases electrónicas y guitarras anárquicas, son todo un ejercicio de furia y heterodoxia.

Blue Sky Blue es la joya engarzada del grupo, un compendio de sus mejores virtudes. Para los amantes de su sonido más primigenio y campero, el de su estreno A.M. (una joya del country alternativo), la última entrega de Wilco resultará, como mínimo, descafeinada. Para los seguidores acérrimos de los Wilco más lisérgicos, ídem. Para los demás, un imprescindible.

Adios a las migrañas
Jeff Tweedy sufre desde su juventud migrañas. Ni rastro. Blue Sky Blue apesta a Beatles, Brian Wilson, Birds, aunque con la siempre atenta mirada de Neil Young (oh, gran Neil) y Parsons. No hay dolores de cabeza. Suena claro, brillante y adictivo. Es probable que la banda haya firmado su propio Sgt. Peppers, salvando las distancias.

El recorrido comienza con Either way, la guía perfecta del pop que habría firmado el mismo Harrison. Continúa hasta adentrase en la canción que da título al disco, en la que recuperan su tradición más americana y que sirve de trampolín hacia melodías con ciertos toques (muy ligeros) de soul, un rock más clásico y temas para guardar siempre en el apartado de memoria vital, como Leave me (like you find me). El disco tiene de todo, las guitarras de Walken suenan a The Faces, What light a un songwriter como Dylan, y se cierra el disco con la hipnótica e intensa On and On and On.

En la época en la que el modo shuffle del Itunes apuñala al elepé por la espalda y realza al single, encontrar un disco tan completo, cuidado y adictivo no es un milagro, simplemente es una suerte. Wilco, con una excelente discografía, toca techo con un trabajo de esos que aparecerán en la lista de 1001 discos que hay que escuchar antes de morir. Mejor no esperar Blue Sky Blue se incluya en la nueva edición, quizás sea demasiado tarde.








3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tampoco dan una oportunidad seria a que vuelva el vinilo, de momento (18 € en tiendas especializadas...)

Ya confesé que me quedaba con el Mermaid Avenue I, y ese sí lo tengo en original, aunque algo rallado.

Sincopado dijo...

Desaparecido,

Creo que me he explicado mal con lo del disco. Me refieron al disco como concepto completo, no como formato. Un cojunto de canciones que forman un todo.

Antes había grupos que publicaban singles y nada más. Si lo que hacían era interesante, se grababa un álbum. Ahora un grupo hace una buena canción y, directamente, pasa al estudio a grabar un elepé que, en muchos casos, es carne de hype.

Sky Blue Sky tiene que escucharse como un disco completo, no como una colecció de canciones sueltas.

Vaya, creo yo.

¿Rayado?, ¿no utilizarás los cederrones como posavasos, no?

Anónimo dijo...

Creo que los grupos buscan más vender sus canciones por iTunes que en las tiendas. Quedan pocos frikis High Fidelity.

*No, los utilizo para preparar la cocaína.