Telekinesis es (y si no lo es, debería serlo) uno de los grupos revelación de este año, al que aún le restan meses. Su álbum de debut, Telekinesis!, forma parte del catálogo del sello Merge, lo que equivale a 20 años de calidad. La discográfica del líder de los carismáticos Superchunk, Mac McCoughan, ha fichado a este grupo, asentado en Seattle -tras el que se esconde el compositor y multiinstrumentista, batería y cantante en directo, Michael Benjamin Lerner-, para ofrecer un disco acertado, directo, vibrante y brillante. Pop-rock con aroma a indie americano de los 90 y a The Shins y Death Cab for Cutie -Chris Walla lo produjo y se nota-.
Entre los once temas de guitarra -vieja escuela- se esconden varios éxitos 'a la primera' (Coast of Carolina y Great Lakes). En posteriores escuchas, además, se descubren pequeños joyas sin alharacas. Ningún tema alcanza los cuatro minutos, no hay transgresión ni extrañas estructuras. Como el sujeto verbo y predicado, repiten el verso estribillo verso estribillo. En este negocio no hace falta más.
La gran canción de Telekinesis es Tokio, un tema pegajoso que engancha a la primera y obliga escucharlo hasta la extenuanción. Puro disfrute guitarrero que sirve de cebo para adentrarse, sin darse cuenta, en está exaltación del sota, caballo y rey.
domingo, 31 de mayo de 2009
viernes, 15 de mayo de 2009
Hola, ¿cómo estás?
Johnston, inclasificable. Casi treinta años publicando temas que graba en su casa. Lo-fi. Un artista, un tipo enfermo. No es una imagen, está diagnosticado. Daniel Johnston sufré un desorden psiquiátrico. ¿Cambiaría su música si no fuese así? No lo sabemos y tampoco importa. Desde su primera grabación en el año 1981, una cinta con una portada ilustrada por su propia letra, se ha hecho un pequeño hueco en la música independiente y underground -he aquí lo nuclear-. Autopromoción, boca a oído, pasión y un universo alejado de todo.
En los noventa, Cobain le reivindicaba. Groenning también le rinde culto. Los demás saltan al carro atrapados por esa mezcla de surrealismo, inocencia infantil y crudeza sin ambages que desprende este músico y artista gráfico. Muchos grupos han decidido versionarle: Television Personalities, Beck, Tom Waits, Sparklehorse con los Flaming Lips y M. Ward, entre otros.
Amante confeso de los Beatles, los cómics y el Capitán América incluyó en su primera casete, Songs of Pain, una preciosa canción de desamor: Grievances. No hay tópicos. El concepto emotividad se desliza entre parámetros extraños. "Si no puedo ser tu amante, seré una peste", advierte a la afortunada, a la que había saludado con un sutil, "Hola, ¿cómo estás?". Toda comienza con una tos y un par de soplidos en el micrófono.
El tejano es una isla, tintineante, extraña y amarga, en el mundo de la música. No persigue tendencias, ni la pulcritud técnica o el virtuosismo, tampoco las ventas; pero ya ha alcanzado su trono. Probablemente a él le da igual. Simplemente, siguió el consejo que el bibliotecario le da en esta canción: "You can't buy no respect".
En los noventa, Cobain le reivindicaba. Groenning también le rinde culto. Los demás saltan al carro atrapados por esa mezcla de surrealismo, inocencia infantil y crudeza sin ambages que desprende este músico y artista gráfico. Muchos grupos han decidido versionarle: Television Personalities, Beck, Tom Waits, Sparklehorse con los Flaming Lips y M. Ward, entre otros.
Amante confeso de los Beatles, los cómics y el Capitán América incluyó en su primera casete, Songs of Pain, una preciosa canción de desamor: Grievances. No hay tópicos. El concepto emotividad se desliza entre parámetros extraños. "Si no puedo ser tu amante, seré una peste", advierte a la afortunada, a la que había saludado con un sutil, "Hola, ¿cómo estás?". Toda comienza con una tos y un par de soplidos en el micrófono.
El tejano es una isla, tintineante, extraña y amarga, en el mundo de la música. No persigue tendencias, ni la pulcritud técnica o el virtuosismo, tampoco las ventas; pero ya ha alcanzado su trono. Probablemente a él le da igual. Simplemente, siguió el consejo que el bibliotecario le da en esta canción: "You can't buy no respect".
jueves, 7 de mayo de 2009
Peluda lisergia
Irreverencia. 16 años de experimentación. 16 años de pop, power pop, electro pop, rock progresivo, electrónica y demás creaciones de laboratorio. 16 años con el nombre más tierno de la escena independiente británica: Super Furry Animals (SFA). Los animales súper peludos (o peludísimos). Apelativo tan estrambótico como las horrorosas portadas de sus discos. Los galeses han engendrado en este tiempo algunas de las mejores melodías de la última década. Beach Boys de los buenos, aunque no en la California iridiscente de los Wilson. Las han agitado y golpeado con todo aquello que han descubierto en el camino. Peludos y excéntricos. Syd Barret se enorgullecería de ellos.
La primera referencia discográfica de este cuarteto data de 1994, Dim Brys: Din Chwys. Desde entonces han grabado nueve discos, el primero Fuzzy Logic, el último Dark Days/Light Years. Una curiosidad, tienen a gala contar con uno de los títulos más largos de la historia de la música: Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch (In Space), un EP cantado en gaélico que homenajeaba al pueblo galés de impronunciable e infinito nombre. Entró en el Guiness.
Otras ligas
En sus comienzos se les emparentó con toda la plebe del Brit-pop. Esa no era su liga. Ellos jugaban a otra cosa. Sí, sus armonías vocales podían hermanarse con Teenage Fanclub, hubo quien, incluso, encontró cierto olor a Oasis. Pero aquello no era para SFA. Tampoco se podían comparar a sus coetáneos galeses Gorky's Zygotic Mynci o Catatonia. En el mundo de los SFA reina (pero no gobierna) la lisergia, como ocurría con los brillantes Beta Band.
El quinto galés ha logrado delimitar sus propias reglas dentro de cada álbum. Podrían plantarse junto al reprodutor de música y aclarar antes de empezar a escuchar el disco: "Hola, somos los SFA y nosotros marcamos el terreno. Si quieres venir a jugar, acepta que lo que haya al otro lado ya no importa. Estás en nuestra cancha. Nosotros sacamos y elegimos campo. Tú, juegas con uno menos". Pero esta desventaja es aparente. Sus canciones rebosan tradición, que engarzan con fragmentos que alteran la estructura tradicional del pop-rock. La escucha se altera, pero no resulta amenzante. Nadie podría tener miedo de un tierno animal peludo.
[Todo esto debería haber comenzado con una disculpa. Sirvan estas canciones como pago por la ausencia. Dejemos los reproches a un lado y volvamos al punto de partida. Hablemos de música]
La primera referencia discográfica de este cuarteto data de 1994, Dim Brys: Din Chwys. Desde entonces han grabado nueve discos, el primero Fuzzy Logic, el último Dark Days/Light Years. Una curiosidad, tienen a gala contar con uno de los títulos más largos de la historia de la música: Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch (In Space), un EP cantado en gaélico que homenajeaba al pueblo galés de impronunciable e infinito nombre. Entró en el Guiness.
Otras ligas
En sus comienzos se les emparentó con toda la plebe del Brit-pop. Esa no era su liga. Ellos jugaban a otra cosa. Sí, sus armonías vocales podían hermanarse con Teenage Fanclub, hubo quien, incluso, encontró cierto olor a Oasis. Pero aquello no era para SFA. Tampoco se podían comparar a sus coetáneos galeses Gorky's Zygotic Mynci o Catatonia. En el mundo de los SFA reina (pero no gobierna) la lisergia, como ocurría con los brillantes Beta Band.
El quinto galés ha logrado delimitar sus propias reglas dentro de cada álbum. Podrían plantarse junto al reprodutor de música y aclarar antes de empezar a escuchar el disco: "Hola, somos los SFA y nosotros marcamos el terreno. Si quieres venir a jugar, acepta que lo que haya al otro lado ya no importa. Estás en nuestra cancha. Nosotros sacamos y elegimos campo. Tú, juegas con uno menos". Pero esta desventaja es aparente. Sus canciones rebosan tradición, que engarzan con fragmentos que alteran la estructura tradicional del pop-rock. La escucha se altera, pero no resulta amenzante. Nadie podría tener miedo de un tierno animal peludo.
[Todo esto debería haber comenzado con una disculpa. Sirvan estas canciones como pago por la ausencia. Dejemos los reproches a un lado y volvamos al punto de partida. Hablemos de música]
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