jueves, 7 de junio de 2007

La churrería

La ventaja de montar un negocio de churros es que son fáciles de fabricar. No requieren invertir en innovación y el resultado siempre es óptimo: churros. En la música, los churros son habituales. En la televisión también.

Criticar Operación Triunfo es sencillo, por lo que resulta también sencillo criticar a su sosías: Factor X. El nuevo churro sigue el mismo esquema que su antecesor: un grupo de personas, con mayor o menor talento para la interpretación, a los que se les promete que se les convertirá en artistas. ¿Artistas? ¿Está Bisbal a la altura de Dylan?, ¿Bustamante a la de Sinatra?, ¿Rosa -de España- a la de Aretha Franklin? Cantar, cantar bien, no convierte en artista.

Factor X es aburrido y el mal gusto, nunca escatológico, tiene camerino propio en el programa. Se cantan las mismas canciones que en OT, se interpretan igual y se acompañan de ese tufillo a fenómeno fan insoportable e histérico. Cuatro prometía algo distinto, pero es tan fácil y económico hacer churros... Un valor diferencial: frente a su predecesor, Factor X ha incrementado el nivel de mal gusto; una impagable sección de grupo vocales. Beluga.

El jurado
Tampoco falta un jurado. Formado por tres miembros, cada uno dirige un equipo, se dedican a la crítica gratuita, fuera de lugar y estúpida. Cuando llegan las alabanzas, los lugares comunes se repiten uno tras otro. Los argumentos son tan ridículos que rozan la estupidez y, por supuesto, están plagados de frases que incluyen la palabra sensibilidad.

Porque si en estos programas sobra algo es 'sensibilidad', más bien sensiblería. Los concursantes tienen los lacrimógenos más rápidos de este país. Cualquier motivo es bueno para echar una lagrimita, al igual que nunca viene mal una muestra extrema de amistad con un tipo que, en el fondo, acabas de conocer. Por supuesto, la cadena libra al espectador de este espectáculo de exhibicionismo. Cómo no.

Quizás sea un envidioso. Ni gano lo que gana Bustamante, ni muevo las caderas como Bisbal. Puede que haya perdido mi sensibilidad musical o que nunca la haya tenido. Podría ser que no sea un tipo sensible, educado para disfrutar de las bellas artes. Puede que por todo esto no me guste OT ni Factor X.

Factor X merecía un voto de confianza, una gala, y entera. No habrá una segunda oportunidad.

Dos reflexiones:

Primera, ¿Qué va a pasar con los artistas que salgan de este esperpento? ¿Hay hueco para ellos en el mercado musical? ¿Qué es de los triunfitos, exite un limbo en el que desaparecen tras el concurso?

Segunda, ¿Puede una presentardora de un programa de prime time, en una cadena nacional, utilizar expresiones como "Me gusta ese positivismo" -un saludo a Augusto Comte- o "Ves y dale un beso"?

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