Hagamos 'musificción'. Imaginemos una mesa en la que se reúnen los miembros de The clash, Talking heads y una fanfarria del ejército británico. Imaginemos que los miembros de The Clash no acaban a puñetazos con la fanfarria y que logran llegar a un acuerdo, musical, entre todos. ¿Cuál sería el resultado? Arcade Fire.
Los canadienses son amantes de las guitarras fugaces, las melodías sencillas y pegadizas, la orquestación barroca (violines, órganos y acordeones), la épica y las historias de fantasmas. La sección de ritmo es una apisonadora. La batería se repite una y otra vez como si fuese un gran rodillo. Arcade fire son una especie de amish espídicos, una descarga de alegría atronadora.
El grupo ha demostrado con su segundo disco que es una de los grandes bandas de la música independiente. Con un lenguaje propio y capacidad para dar continuidad a su sonido sin repetirse, el septeto ha compuesto uno de los mejores discos del año 'Neon bible', con título tomado de la primera novela de Kennedy Toole y estética eléctrica.
Adentrarse en Arcade fire no es adentrarse en un mundo desconocido, es acceder a un espacio en el que todo lo que ves lo has visto ante, pero no sabes bién cuándo ni dónde. Arcade fire no es la revolución y si lo es, es una revuelta pausada, tal vez la mejor revolución que te hayas encontrado nunca.
Para escuchar:
'No cars go'
'No cars go' en directo
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